sábado, 21 de marzo de 2015

2.- ENFOQUES DE LA PLANEACION EDUCATIVA

La planificación, entendida como sistematización previa a la intervención, es consustancial al proceso de formación. Si entendemos la formación como la actividad dirigida a conseguir unos determinados objetivos, no podemos concebirla sin una mínima sistematización que permita ordenar los procesos y actividades a realizar. El cambio espontáneo siempre se dará queramos o no y, por ello, no puede ser objeto de intervención. Nuestras energías se han de dirigir a un cambio planificado que nos permita orientar las acciones en la dirección formativa que deseamos. Solo desde esta perspectiva tiene sentido hablar de organizar procesos formativos y de estructurar esquemas de trabajo que permitan orientar su realización. Ahora bien, podemos estructurar la realidad de una manera muy general, utilizando esquemas que caractericen los grandes pasos a realizar, o bien hacerlo de una manera muy operativa, concretando al máximo las secuencias y actividades a realizar. También podemos tratar de establecer el curso de acción con mucha anticipación, planificaciones a largo plazo, o hacerlo en momentos cercanos a la acción o previos a la intervención inmediata. Surgen así diversas maneras de entender y aplicar los procesos de planificación: desde una manera muy estructurada y centrada en la acotación de las partes a considerar a procedimientos que ponen énfasis en los procesos de participación o proporcionan pautas de sistematización indicativas.
Hablamos así de enfoques de planificación y, al respecto, identificamos, de acuerdo con los enfoques paradigmáticos habitualmente considerados, los tecnocráticos y los culturales y sociocríticos El esquema tradicionalmente utilizado ha sido el que consideraba una secuencia de acción lineal, donde se apreciaban momentos como los relacionados con la detección de necesidades, elaboración de programas (con sus objetivos, actuaciones, recursos, responsables, temporización y otros elementos), su desarrollo y evaluación. Este planteamiento, que identificamos como tecnológico, sigue siendo válido como instrumento para desarrollar procesos formativos de acuerdo a políticas establecidas previamente. No obstante, su utilización exclusiva puede olvidar las posibilidades que ofrecen enfoques que enfatizan en la participación como instrumento de formación y cambio o la reflexión sobre la práctica como método de mejora permanente. Las nuevas visiones sobre el funcionamiento de las organizaciones y los procesos de cambio enfatizan en la importancia de la persona como factor estratégico a la vez que evidencian la importancia de posibilitar procesos que logren cambios efectivos y que dejen una capacidad instalada en las organizaciones. La planificación a realizar en los nuevos planteamientos trata así de servir tanto a la ordenación de realidades como a los procesos de participación, de desarrollo profesional y de innovación institucional. El presente crédito nos aproxima a varias formas de concebir la planificación y su desarrollo, debiendo entender que ninguna de ellas se puede decir, de antemano, que sea la mejor. La más adecuada dependerá de la filosofía y objetivos que pretenda una organización y del rol que en ella desarrolle la formación. No obstante, se presenta un modelo que puede ser integrador de las diferentes posibilidades que conoceremos.
1.- LA PLANIFICACIÓN DESDE UN ENFOQUE TECNOCRÁTICO Este enfoque ha estado presente en la actividad formativa desde los inicios de su institucionalización y aún es el más utilizado actualmente. El proceso de racionalidad se orienta aquí a la concreción de pautas secuenciales, más o menos definidas, que ha de seguir la planificación.
a) Modelo sumativo Este modelo sencillo nace de la suma de los planes específicos realizados por cada órgano y servicio de la institución. Su única conexión consiste en formar parte física de un mismo proyecto escrito. Su confección es fácil y tan sólo exige partir de un esquema que recoja los ámbitos organizativos susceptibles de planificación.
b) Modelo global La necesidad de atender las relaciones que ineludiblemente se dan entre los diferentes órganos hace insuficiente el contar con planes específicos aislados y exige de planteamientos más generales.
c) Modelo combinado Si bien, en este caso, se determinan los objetivos que afectan a todos los órganos y personas de la organización, y que a veces tienen su expresión en planes globales de ámbito restringido, también se permite la incorporación a los planes específicos de objetivos propios de la actividad que realizan los diferentes órganos y servicios
Los enfoques culturales dan importancia a los procesos, procurando mediante mejoras en la comunicación y participación que los implicados se identifiquen y hagan suyo el proceso de cambio. La planificación en este caso es muy general, no se encuentra acotada como en los planteamientos tecnológicos y conforma una unidad con los procesos de actuación y evaluación. Sirve, en todo caso, como medio y excusa para intercambiar puntos de vista, compartir criterios y participar en la elaboración de propuestas. La perspectiva socio-crítica enfatiza en la naturaleza política de las instituciones, considerándolas como estructuras de poder, y en su capacidad para promover y transformar la realidad.

3. Un Modelo para planificar la calidad de la formación Para resolver la cuestión de la calidad de todo un sistema formativo se propone un modelo planificador orientado a mejorar los modelos planificadores tradicionales. Básicamente se propone complementar el sistema tradicional con aspectos aportados por la gestión de la calidad.

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