viernes, 21 de noviembre de 2014

8.- La organización escolar como texto y contexto para la acción.

En organización interrelacionamos estructuras y modelos, realidades y utopías, intervenimos en los centros para conseguir mejorarlos y dotarlos de mayor calidad. Sin embargo en nuestra revisión de la literatura, en muchos de los manuales hemos encontrado que sí se estudia el contenido, pero no el objeto de la Organización Escolar.
Teniendo en cuenta el aspecto paralelo entre la Didáctica y la Organización Escolar en cuanto disciplinas que comparten la misma Área de Conocimiento, la existencia de una frontera imprecisa entre las dimensiones didácticas y organizativa (Gairín) y una selección metodológica similar, encontramos que el objeto de la Organización Escolar puede entenderse, desde una perspectiva innovadora, como dice Fernández que es el estudio del clima escolar concebido como objetivo de conflicto. Desde una perspectiva conservadora el objeto de la Organización Escolar podría ser el estudio del marco institucional donde se desarrollan los procesos educativos; y desde una perspectiva de intervención el estudio de las variables contextuales como elementos de aprendizaje.
El objeto de la Organización escolar sería la optimización de los procesos finales, estructurales y relacionales de las organizaciones orientados a una tarea de aprendizaje, innovación, cambio y mejora en las organizaciones educativas.
“Los contenidos de nuestra disciplina pueden verse desde una dimensión diacrónica organísmica (Alcántara; Rufino Blanco; García Hoz), desde una dimensión empresarial (Moreno, Pozo), desde otra sistémica (comenzando desde la estructura institucional predeterminada o desde el análisis y síntesis del subsistema menor para ir avanzando hacia el macrosistema (Ciscar y Uría...) y finalmente otra ecológica (Santos Guerra..)”
La complejidad de la organización se muestra con la pluralidad de conexiones de la organización que sintetiza en tres subsistemas principales, de manera que en la forma en que los equilibremos cambiaremos la cultura de la organización. Los subsistemas son: la autorancia, la teología y el sistema de recompensas. La primera se refiere a las posibilidades que tiene una persona, tanto desde el punto de vista organizativo como desde el directivo, para hacer que alguien haga algo; la teología se refiere a las finalidades, por qué hacemos lo que hacemos, con cuatro subsistemas: relaciones con clientes, transformación, factores financieros y factores humanos. El sistema de recompensas incluye las variables que motivan a las personas para realizar una tarea. Consta de dos subsistemas: recompensas extrínsecas (salarios y otras recompensas no pecuniarias, respectivamente); y recompensas intrínsecas.
Lawrence y Lorsch dentro de la Teoría de la Contingencia, hablan de la composición por diferenciación e integración. La primera se refiere a la disgregación de quehaceres en la organización para poderlos asignar a personas distintas; la segunda a un agrupamiento de desempeños, para poder realizar lo que efectivamente pretende la organización.. La primera, diferenciación, se refiere a los diferentes ambientes y relaciones que pueden existir en cada una de las unidades funcionales de la organización; la segunda, integración se define como “la cualidad del estado de colaboración que existe entre departamentes en los que se quiere realizar la unidad de esfuerzo que el ambiente requiere” (Lawrence y Lorsch). Subrayan cómo los teóricos pusieron el acento en lograr la integración en la organización, como colaboración, aun cuando no la entendiesen así.
Las funciones básicas de la organización son: definición de objetivos, toma de decisiones (definición y resolución de problemas) y evaluación de resultados. Pero las funciones se desarrollan en un contexto en el que conviven entramados de redes de poder, de comunicación y de liderazgo. Se trata de una organización centrada en el cambio. La organización como sistema social tienen tres niveles de análisis,. Cultural, estructural (los procesos) e (inter) personal, en constante relación e interacción. Si se pretende el cambio en una organización debe implantarse en los tres niveles,, de lo contrario alguno de ellos reaccionaría y bloquearía el cambio.
Leavit dice que una organización puede cambiarse alterando la estructura, la tecnología o variando su gente. Cambiar la estructura de la organización comprende reacomodar sus sistemas internos como pueden ser las líneas de comunicación, el flujo de trabajo, la jerarquía. Cambiar la tecnología significa alterar el equipo, los procedimientos, las técnicas de investigación o los métodos de producción, y cambiar al personal supone variar la selección, el adiestramiento, las relaciones, las actitudes o papeles que desempeñan los miembros de una organización. También la intervención en la organización se puede hacer en los tres niveles anteriores, por lo que un programa eficaz de cambio organizacional comprenderá acciones dirigidas a la totalidad de los tres elementos citados. Todos los autores que estudian el Desarrollo Organizativo parten de acciones de cambio que involucren a todo el sistema, si la innovación, intervención y mejora organizativa aspiran a tener éxito, recordando al respecto el efecto sinérgico de las organizaciones (Partin; Beckhard; Mohrman y Cummings).
La postura de Gairín en 1994, al sostener que la composición de las organizaciones escolares se diferenciaren objetivos, estructura y sistema relacional, aporta datos significativos y destacados al introducir un elemento intangible como son las relaciones humanas en la consideración de los centros educativos.

Por nuestra parte, creemos que muchas de las visiones de los centros educativos no corresponden a la generalidad del sistema público donde lo específico, lo singular y lo que llamaos cultura organizativa no difiere mucho de unos a otros. Por ello, incidimos en una visión de los centros educativos bastante genérica, descontextualizada y estandarizada. Los estudios y las visitas nos muestran que no existen grandes diferencias debidas al contexto en el sistema público y que las rutinas, los valores y la supervivencia, junto a un fuerte desarrollo de la estructura formal, que además es cambiante, caracterizan los centros educativos en una perspectiva genérica y global común.

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