sábado, 27 de junio de 2015

8. LA INVESTIGACIÓN EVALUATIVA Y LA GENERACIÓN DE CONOCIMIENTOS.

Adentrarnos en el análisis de la relación evaluación e investigación nos obliga a examinar conceptualizaciones alternativas de evaluación. Stufflebeam y Shinkfield (1995) establecen tres grupos amplios de tipos de evaluación: Pseudoevaluaciones, Cuasievaluaciones y verdaderas evaluaciones. Las pseudoevaluaciones incluyen, en primer, lugar las evaluaciones políticamente orientadas (o encubiertas), que son dirigidas o utilizadas subrepticiamente para provocar un punto de vista determinado, positivo o negativo, sobre un objeto, independientemente de la valoración objetiva de su valor o mérito.
La intención de este tipo de evaluación es conseguir asistencia para obtener, mantener o incrementar una esfera de influencia, poder o dinero. Los problemas que plantea son los que interesan al cliente, quien quiere que la información sea tan sólida técnicamente como sea posible, pero también que se le garantice la posibilidad de controlar su divulgación para crear una falsa imagen del valor de un objeto, programa o proyecto. Otro tipo de pseudoevaluaciones son los estudios basados en las relaciones públicas, planificados, realizados y utilizados para satisfacer propósitos que tengan que ver con las relaciones públicas. Buscan información que pueda ser de ayuda para asegurar el apoyo del público. Los métodos que se usan más frecuentemente en este tipo de estudios son las inspecciones, las pruebas y la utilización de “asesores expertos”. “La principal característica de la utilización de métodos dudosos por parte de este tipo de evaluadores es su propensión a crear una buena imagen del objeto de evaluación”. (Stufflebean y Shinkfield, 1995).
Los estudios cuasievaluativos “aparecen especificados porque existe la evidencia de que a veces pueden ser utilizados para enjuiciar el valor o el mérito de un objeto, mientras que en otros casos su alcance es demasiado estrecho o solo tangencial a las cuestiones del mérito y el valor. Que la información obtenida sea suficiente para apoyar un juicio sobre el valor de algo es, definitivamente, una cuestión secundaria. Los estudios cuasievaluativos poseen otros usos muy legítimos aparte de su relación con la evaluación”. (Stufflebean y Shinkfield, 1995: 71).
Pertenecen a este tipo de estudios los basados en objetivos que según el autor mencionado han sido, quizá, la principal fuerza que ha impulsado el movimiento para sistematizar el trabajo evaluativo y los estudios basados en la experimentación los cuales incluyen cuestiones y metodologías a veces relacionadas, pero a veces no, con el juicio de valores. La principal ventaja de los estudios experimentales en el trabajo evaluativo es que proporcionan métodos sólidos para la determinación de relaciones causales relativamente inequívocas entre el programa y los resultados. Los problemas que plantea, no obstante, consisten en que el método, a menudo, no resulta factible a la hora de señalar los límites de la especificidad y proporciona una información mucho más restringida de la que es necesaria para evaluar programas de educación, salud y bienestar. Además, los estudios experimentales tienden a proporcionar una información final que no resulta útil para el proceso de desarrollo. Por último aparecen las denominadas verdaderas evaluaciones, basadas en cuestiones de valor y mérito. El método concreto de la evaluación es la investigación evaluativa, donde las herramientas de la investigación social se ponen al servicio del ideal consistente en hacer más preciso y objetivo el proceso de juzgar. En su forma de investigación, la evaluación establece criterios claros y específicos que garanticen el éxito del proceso, reúne sistemáticamente información, pruebas y testimonios de una muestra representativa de las audiencias que conforman el programa u objeto para evaluar, traduce dicha información a expresiones valorativas y las compara con los criterios inicialmente establecidos y finalmente saca conclusiones. Suchman (1967) delineó claramente las diferencias existentes entre los objetivos y las facultades investigativas de la evaluación, oponiéndolas a las de la investigación básica o pura, las cuales hacen referencia a una “compleja mezcla de distintos valores, propósitos y recursos”.

La investigación evaluativa contiene una amplia serie de variables sobre las que el evaluador tiene muy poco o ningún control y sus resultados son poco generalizables, pues son aplicables al programa que está siendo evaluado y a sus ramificaciones contextuales. Existen también semejanzas importantes entre la evaluación (investigación evaluativa) y otras clases de investigación. Como otras investigaciones, la evaluación trata de descubrir, de comprender las relaciones entre las variables y establecer la relación causal. Los evaluadores utilizan toda gama de métodos de investigación para recabar información: entrevistas, cuestionarios, tests de conocimientos y destrezas, inventarios de actitudes, observación, análisis del contenido de documentos, registros y expedientes y exámenes de las evidencias físicas, entre otros. Los evaluadores ingeniosos suelen encontrar las maneras mas convenientes de explorar una amplia gama de efectos. La clase de esquema que se utilice para reunir los datos, dependerá de la clase de información que se necesita para dar respuestas a las preguntas específicas que plantea la evaluación.

1 comentario:

  1. Un texto realmente interesante que nos invita a la reflexión acerca de la evaluación que implementamos como docentes y que abre camino a esa larga ruta para llegar a una metaevaluacion de nuestros alumnos

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